Salmo 137, forma parte del Libro de los
Salmos, integrante del Antiguo Testamento, se lo ubica en la primera mitad del
siglo VI A. C. El autor es anónimo.
Los Salmos son himnos de alabanza a Dios.
Pertenece al género lírico y fueron creados para ser tocados por un instrumento
y cantados. El género lírico tiene como característica el
transmitir de forma subjetiva hechos objetivos. En este caso el hecho objetivo
es la toma y destrucción por parte de los babilonios de Jerusalén.
Jerusalén fue conquistada, y el primer templo
fue destruido, el lugar de oración de los hebreos. El pueblo fue capturado y llevado
a Babilonia, donde se les permitía hacer todo excepto irse. En cambio al rey y a
sus hijos, no se les perdonó la vida, y fueron asesinados para destruir las
dinastías. Cuando los persas conquistan Babilonia le permiten a los hebreos
irse, algunos no se van.
El tema del salmo es el recuerdo del
cautiverio en el que se suplica venganza y se promete fidelidad a Jerusalén. La
estructura se puede apoyar en los estados de ánimo, dividimos el poema entonces
en tres partes: la nostalgia, en la primera estrofa, el juramento de fidelidad
a Jerusalén, en la segunda estrofa, y la venganza en la última estrofa.
La primera estrofa expresa lamentación por
parte de la voz lírica, trae al texto el recuerdo de lo vivido. La voz lírica
es colectiva, representa a la comunidad hebrea cautiva, pero fiel a su
tradición histórica y religiosa.
Comienza con una ubicación espacial, con
referencia a los ríos de Babilonia. Aparece el elemento agua corriente, símbolo
de renovación religiosa.
Observamos el recuerdo al monte “Sion”, que se
vincula con el templo, con Jerusalén y por lo tanto con Yahveh. Sion, por lo
tanto, vendría a ser una metonimia, el recurso que consiste en tomar un parte
por el todo o el todo por una parte. Todos estos elementos representan la
patria para los hebreos, en este salmo lo religioso y lo nacional están muy identificados. Jerusalén
es el todo para los hebreos, por eso la necesidad de venganza es tan fuerte,
porque lo destruyeron.
Se habla de costumbres, algo que hacían
regularmente, “nos sentábamos”, la situación está vinculada a la naturaleza,
las lágrimas, el agua, el árbol, sólo se habla de la naturaleza en la medida
que está relacionada con el sentimiento.
A continuación los carceleros piden que
canten, pero ellos cuelgan los instrumentos, esta pasividad de acción es la
única forma que tienen de rebeldía, el no cantar cuando se los piden, pues sus
captores dominan en cuanto a fuerza física. El pedido de los captores parece
una provocación, pues el canto, al ser para Yahvé, se identifica con la
alegría, y también con el templo destruido por los mismos captores. No solo no
quieren, sino que no pueden cantar sobre Sion, se los prohíbe su propia fe.
Es en este punto que apreciamos el recurso de
paralelismo sinonímico, para plantear la relación entre captores y cautivos. El
paralelismo sinonímico es uno los recursos más aplicados en la literatura
bíblica, se da cuando dos o más expresiones consecutivas con el mismo
contenido, donde la segunda debe profundizar a la primera:
“…y nuestros carceleros nos pedían canciones,
nuestros captores nos pedían alegría…”
Donde se reafirma carceleros que pasan a ser
captores, y canciones por alegría. Esto pude tener dos lecturas, la evidente,
la que surge del texto, es la idea por parte de la voz lírica, de que se están
burlando, le están pidiendo que hagan algo que no pueden hacer, que les obliga
a traicionar su religión.
La otra lectura es de carácter histórico, los
babilonios sabían apreciar las culturas que conquistaban, tenían un apetito de
conocimiento, y tal vez por eso les pedían que cantaran.
Éste primera estrofa finaliza con una pregunta
retórica que sirve de nexo entre la primera parte y la segunda. Pero que
confirma también, el sentimiento de burla que siente la voz lírica ante el
pedido de los captores, como voy a cantar en tierra extraña, no saben que mi
ley lo prohíbe.
En la segunda estrofa, se presenta una voz
lírica en singular, expresando su fidelidad a Yahveh, a su Dios. Dicha
fidelidad se aborda a través de un petitorio autoreferencial de castigo, pero
también expresa de forma implícita el deseo de castigo a aquellos hebreos que
traicionaron su tradición.
La voz lírica pide a Dios un castigo si
llegará a olvidar su tradición, un castigo tal que implica la incapacidad de
cantar, y por lo tanto la pérdida de unión con su Dios, pues el cantar es una
de las manifestaciones más fuertes para adorar a la divinidad.
La última estrofa expresa un lógico odio por
aquellos que destruyeron Jerusalén. En el salmo intensifica la presencia de la
divinidad nombrándolo directamente por su nombre: Yahvé. Hay ahora un pedido
directamente a él, se le pide solamente que recuerde lo que pasó en primera
instancia, dejando en sus manos el castigar o no. Este pasaje del salmo
recuerda el momento en que los Edomitas aprovecharon la invasión de Babilonia y
conquistaron parte del territorio de los hebreos.
En cuanto a Babilonia va más allá, pues
primero se pide que se les devuelva lo que hicieron, y después se dice que se
estrelle a sus niños contra rocas. Se revive el dolor y el horror de lo que se
pasó. Hay una paradoja extrema al decir que será de alguna manera “agradable a
Dios” aquel que haga esas atrocidades, pero es un concepto de justicia divina
aceptada por las creencias hebreas.
Para la voz lírica no hay misericordia ni
perdón, sólo la ley del Talión. Se plantea la idea de “ojo por ojo”, y de un
Dios exclusivo que sólo puede ser idolatrado por el pueblo hebreo.
Estoy de acuerdo en que el salmista reacciona con deseos de venganza por lo acontecido. Es el hombre el que habla; sabe que carece de fuerza física y de posibilidad de agrupación para rebelarse y entonces hace la petición a Dios. Cruel, cierto, pero en la dualidad vencedor - vencido, se actúa en estos términos y la historia se repite hasta nuestros días. No pareciera en el conjunto que Dios sólo pueda ser de los hebreos sino de aquellos que escuchan, meditan y la Ley.
ResponderEliminar